
Vida Perfecta es esa serie que te hace sentir menos bicho raro de lo que en realidad eres. La que te abraza mientras te cuenta que sí, que todos somos diferentes y cometemos errores, pero que esa es la belleza de la vida: la capacidad que tienen para soprendernos. Ella misma y las personas a nuestro alrededor.
Te muestra que cambiar de forma de ser para intentar gustar a otros sólo sirve para que te pierdas a ti mismo. Y que puedes conseguir ser una mujer de éxito tal y como se percibe en la sociedad actual, con trabajo, familia y dinero y, aún así, sentirte sola e incomprendida. Que todos nos equivocamos y que, muchas veces, basta con una pregunta para arreglar lo que se está rompiendo.
Que puede que, lo que es bueno para ti, sea aquello que siempre pensaste que no iba contigo. Que te has autoipuesto tal carga que no te has dejado vivir.
Que es posible quererse bien. Respetando, aconsejando y sin dañar al otro con tus propios prejuicios. Que un abrazo vale más que mil reproches y que un estoy contigo es lo que muchas veces buscamos en la persona que tenemos al lado.
Vida Perfecta es empatía pura. Con Leticia Dolera al timón y Manuel Burque como segundo de a bordo, han conseguido una serie inteligente, que sabe jugar a la perfección con los tabúes sin siquiera rozar el paternalismo.
Del elenco, liderado de nuevo por Dolera, con Aixa Villagran y Celia Freijeiro como co-protagonistas y Enric Auquer en un papel que rompe esquemas, te vas enamorando poco a poco. Empatizas con sus situaciones porque, oye, te puede pasar a ti. Y terminas de verla con esa energía que a veces te recorre por dentro que te ayuda a liarte la manta a la cabeza, coger el toro por los cuernos y esperar a que las cosas pasen para vivirlas sin más.
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