

Los Hombres de Paco han vuelto acabando con la ausencia que dejaron atrás hace 10 años.
Con mucha más trama a las espaldas de los dos protagonistas, ni Paco Tous ni Pepón Nieto se han olvidado en este tiempo de Paco y Mariano quienes, realmente, parece que no han dejado de convivir en todo este tiempo.
Ahora, la tercera en discordia es Ika (Amaia Sagasti), sobrina de Paco y novata en la comisaría.
Por otro lado nos encontramos con unos Lucas y Sara más maduros y muy profesionales. Centrados en sus carreras y en su hijo en común. Están siempre pendientes del bienestar de Paco, al que le sigue costando estar separado de su mujer.
También nos hemos podido reencontrar con Rita y Povedilla y hemos conocido a los personajes de Amparo Larrañaga y Juan Grandinetti, que se incorporan al equipo con muchos recelos y poca fe en los dos policías de San Antonio.
Pero no todo ha sido bueno en esta vuelta a las pantallas. Si había algo bueno en Los Hombres de Paco era el espíritu de familia que se respiraba. Nunca imaginé esta serie sin la comunión entre los personajes y, al menos en estos dos primeros episodios, ha desaparecido.
Excepto los dos protagonistas, los demás han perdido el contacto completamente. Ya no hay corrala. Ni puertas abiertas. Tampoco un bar al que ir después de la jornada laboral.
Puede que sea eso lo que me ha dejado un poco más fría en este retorno a San Antonio. Y ese es mi gran pero. No quiero un serión. Quiero mi lugar feliz en el que arrebujarme y reírme a carcajadas por la complicidad de esa familia elegida que estaban en las buenas y en las malas.
De momento no lo encuentro. Tienen 14 episodios para recuperarlo de nuevo.
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